‘Bring Her Back’ o la locura de una pobre madre desesperada
- Lucía Esteban Gómez
- 18 sept
- 5 Min. de lectura
Actualizado: hace 13 horas
¿Hasta dónde somos capaces de llegar para recuperar a nuestros seres queridos?

Bring Her Back (2025) ya es considerada por algunos como la película más aterradora de 2025, siendo una propuesta que combina lo explícito y lo emocional en un cóctel perfecto. Tras el exitazo que nos dejó a todos con la boca abierta, Talk To Me (2022), los hermanos australianos, Danny y Michael Philippou, han demostrado una vez más que saben hacer las cosas muy bien cuando se trata de que el espectador tenga que apartar la mirada de la pantalla cada 10 minutos.
Los guionistas Danny Philippou y Bill Hinzman, han conseguido dar la vuelta a una "simple pérdida" creando una nueva horror diva como es Sally Hawkins, cuyo papel nos sorprendió tras sus dulces interpretaciones en Paddington (2015) y La Forma del Agua (2018). Laura acoge a Andy (Billy Barratt) y Piper (Sora Wong), dos hermanos huérfanos que se enfrentarán a una mujer corrompida por la pena y por las ganas de recuperar a su difunta hija (de ahí el título de la película). El toque especial y verdaderamente macabro es Oliver (Jonah Wren Phillips), un niño muy raro, que apenas habla y que por algún misterioso motivo debe estar encerrado.
Un terror demasiado humano
Cuando Ari Aster hizo Hereditary (2017) cambió una cosa muy importante en el imaginario común del terror moderno: que lo fantasmagórico y paranormal no tenía por qué ser el eje central de la historia, pero si una consecuencia directa de los traumas familiares y de los problemas psicológicos. Una familia que es controlada por su abuela metida en movidas satánicas, Toni Colette haciendo su mejor interpretación y un adolescente al que no le queda más remedio que introducirse en una secta. Muy parecida a esto es Bring Her Back.
Sí es cierto que la cinta de A24 introduce elementos sobrenaturales inspirados en los grandes clásicos de terror, como la posesión de Oliver, una interpretación muy similar a nuestra querida Reagan de El Exorcista (1973). Sin embargo, en esta película todo lo sobrenatural tiene un origen casero e intencionado. Ya no vale la típica historia de terror en la que la casa esté maldita ni que un espíritu conviva con ellos de pura suerte, sino que ahora es la propia Laura la que busca unos cuantos DIYs por internet y recopila cintas VHS para salirse con la suya. Esto es algo que cualquier persona real y humana (y no en su sano juicio) podría hacer. Ahí está el elemento terrorífico y por eso la película funciona tan bien.
El componente humano es el eje central. La película va más allá de la representación terrorífica e indaga en el pasado de Laura. Al principio la vemos como una mujer agradable y acogedora, pero su comportamiento evoluciona a algo más inquietante. Su interpretación está tan bien lograda que hasta por un momento sentimos lástima por ella. Paralelamente, Andy y Piper forman un vínculo muy fuerte y creíble. También sufren una pérdida y, ¿qué hay más conmovedor que una buena relación de hermanos en peligro? Lo mismo pasa con Oliver, un niño que se convierte en la marioneta de Laura. La capacidad de retratar muy bien las emociones humanas es un acierto por parte de los directores. No solo buscaban que la experiencia cinematográfica pusiera el foco en el terror corporal y lo gore, sino también que tuviera un impacto emocional sorprendente.

Encerrados y claustrofóbicos
Está claro que la película es una mezcla de subgéneros: el terror corporal, el metraje encontrado, el terror psicológico y sobrenatural... pero lo claustrofóbico consigue llamar la atención. Aaron McLisky, el director de fotografía, usa recursos para intensificar la atmósfera de terror en cada espacio: la lluvia como motivo de intensidad tanto en la piscina como en las ventanas, los crujidos de la casa, los suspiros... además de los múltiples planos detalle grabados con lentes esféricas para intensificar la tensión. Los hermanos Philippou recurren al típico plano cenital, que ya se usó en varias películas como El Resplandor (1980), Déjame Salir (2017) o The Evil Dead (1981), para representar espacios que oprimen o encierran a los protagonistas. Esta vez, el plano muestra cómo la estructura de la casa está cercada por un círculo blanco; desde ese momento, ya sabes que hay algún elemento sobrenatural que no puede escapar y nosotros tampoco.
La figura de Piper es mucho más importante de lo que parece, pues gracias a ella podemos sentir todos los espacios de la casa. Su ceguera, aunque también sea su punto débil, hace que la acompañemos de forma más cautelosa y que descubramos cada detalle a su ritmo. Laura se aprovecha de la ceguera de su hija adoptiva para encerrarla psicológicamente. Los propios directores se inspiraron en Whatever Happened to Baby Jane? (1962), un clásico del terror en el que los personajes también están atrapados en su trauma. En este caso, Laura sería la madrastra adoptiva que no sólo cuida sino que manipula desde un dolor interno.

Sangre e incomodidad en un niño inocente
Y lo que verdaderamente nos sorprendió: el pequeño demonio que recupera el control cuando Laura traza un círculo en su frente. Oliver es un personaje perfecto, es el terror en carne viva y cada uno de sus movimientos repentinos refuerzan la tensión en la historia. La escena en la que se escapa de su habitación y charla con Andy en la cocina es la más incómoda de la película; no porque haya mucha sangre ni porque contenga planos desgarradores, sino porque Oliver hace la cosa más tonta y peculiar: introducirse un cuchillo en la boca sin motivo aparente. Esto demuestra su verdadero trance y la manipulación que sufre constantemente.
Oliver es una caja de sorpresas, sale de una habitación, comete un acto violento, y así una y otra vez. Su personaje es lo que vincula a la película con el terror más orgánico y tangible; su interpretación es libre de efectos digitales y por eso es espontánea y aterradora, pues nunca sabes cómo le va a llegar el viento.
Bring Her Back exalta el trauma y la tristeza profunda y aunque no sea apta para los públicos más sensibles, sí es una joya para los amantes del terror. Su concepto es original y arriesgado, casi rozando la ida de olla, pero no es exagerada ni demasiado grotesca. Alcanzó un 89% en Rotten Tomatos y Sally Hawkins ha sido nominada en los Critics’ Choice Super Awards y los Astra Midseason Movie Awards por su interpretación. Probablemente no sea una candidata para una nominación en los Oscar, pero sí una más para la lista de películas de culto del terror moderno.













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