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'Climbing for Life': la increíble pero cierta historia de Junko Tabei

  • Sofía Muñoz Gómez
  • 16 oct
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 3 días

La ficción documental sobre la primera mujer que coronó el Everest llega a la gran pantalla bajo la dirección de Junji Sakamoto 


Climbing for Life. - KINOSHITA GROUP
Climbing for Life. - KINOSHITA GROUP

El 16 de mayo de 1975, la japonesa Junko Tabei hizo historia: se convirtió en la primera mujer en alcanzar la cima del monte Everest. Sin embargo, aquel logro marcó un antes y un después en su vida de una manera inesperada. 


El trigésimo primer largometraje del cineasta Junji Sakamoto, Climbing for life, recupera la singular vida de la conocida escaladora, que falleció en 2016. La película se proyectó la primera noche del Festival Internacional de Cine de Tokio. Previamente, ha formado parte de las proyecciones especiales de la edición 73ª del Festival de San Sebastián.


Siendo tan llamativo el hito de 1975, cabría esperar que la película se centrara exclusivamente en la ascensión al Everest. Pero conforme avanzaba la narración, no pude estar más contenta de haberme equivocado. 


El punto de partida de esta ficción documental es una Junko de unos 70 años, interpretada por Sayuri Yoshinaga, a la que acaban de diagnosticar un cáncer peritoneal y solo le quedan unos meses de vida. Su respuesta es contundente: aún tiene mucho por vivir.


La historia alterna entre pasado y presente. En uno de estos saltos temporales, Junko regresa a Japón tras su aventura por el Himalaya. Agobiada por las cámaras y los periodistas, la mirada de Junko —decorada por unas preciosas gafas redondas de cristal rosa palo— solo se pudo fijar en su hija y su marido, Masaaki (Kôichi Satô), a quienes no veía desde hacía seis meses. 


Esta narración fragmentada es uno de los mayores aciertos de la película. Al entrelazar las distintas etapas de la vida de Junko, la cinta consigue que entendamos su presente desde la complejidad de su pasado. Y es que en esta historia, alcanzar el Everest no es el foco, es el contexto para explorar las relaciones humanas, antes, durante y después del éxito. 


De este modo, la película va más allá del Everest, y plantea: ¿cómo cambian las relaciones tras alcanzar el éxito? Esos seis meses en el Himalaya no solo cambiaron la vida de Junko, también cambió su entorno. En su grupo de alpinismo, donde el objetivo inicial era que todas las mujeres llegaran a la cima, se crearon tensiones y celos. Las amistades no volvieron a ser iguales. 


En su casa, su marido, Masaaki, quedó relegado a un segundo plano. Asumió un rol poco común para la sociedad japonesa de entonces: cuidar del hogar y de su hija mientras su esposa escalaba. Aunque fue criticado por los vecinos, Masaaki se mantuvo firme. 


Años más tarde, Shintaro, el hijo pequeño del matrimonio Tabei, expresó su frustración: estaba cansado de vivir bajo la sombra de su madre y ser “el hijo de Junko Tabei”. Una perspectiva opuesta a la de su padre, y que es motivo de confrontación en la película. Una rebeldía, que en parte responde a la adolescencia, pero que también se puede entender. De hecho, por este contrapunto, aparece la siguiente cuestión: ¿en algún momento se habrá cansado Masaaki de ser “el marido de Junko”?


Cártel de Climbing for Life. - KINOSHITA GROUP
Cártel de Climbing for Life. - KINOSHITA GROUP

Sin embargo, a lo largo de la película se revela que Masaaki nunca se ha sentido desplazado. En una de las escenas más enternecedoras, el matrimonio —septuagenario y post diagnóstico— está escalando el Monte Fuji. Allí, Masaaki confiesa a Junko que solo ha habido un instante en el que sintió envidia de su éxito. Inmediatamente se arrepintió y jamás volvió ese sentimiento: por encima de todo la quería y admiraba. La reacción de Junko fue de una sorpresa genuina, llena de amor y agradecimiento por lo importante que había sido su marido en su carrera. 


A pesar de su enfermedad, Junko siguió escalando hasta que su cuerpo no pudo más. Transmitió su amor por el alpinismo a través de unas excursiones con jóvenes estudiantes, una iniciativa que su hijo, a pesar de las tensiones anteriores, heredó. La montaña, que había sido motivo de unión y ruptura, también terminó siendo un lazo de reconciliación.


Sin duda, verla ha sido una experiencia que ha superado mis expectativas. Aunque su duración  —dos horas— puede resultar larga, tiene un ritmo muy entretenido y envolvente. Al terminar, me quedé con la sensación de haber pasado la tarde tomando café con mis amigos en una cafetería de lo más acogedora. Una sensación que te abraza y que te deja pensando en la increíble Junko. 

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