'Los domingos', la decisión ganadora del Festival de San Sebastián
- Patricia Granada Brasa
- 29 sept
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 3 días
El retrato feroz de la familia, las discrepancias y las influencias que ha ganado la Concha de Oro en Donostia

Ainara es una joven bilbaína que vive con su padre y sus dos hermanas pequeñas. Este año es muy importante para ella porque tiene que decidir qué hacer tras terminar el bachillerato. Pero hay algo que sorprende a todos: ha estado planteándose un cambio de vida que marcará un antes y un después. Está barajando hacerse monja. Sin embargo, creo que eso no es lo relevante. Quizá esta película haya llegado para mí en el momento adecuado, o puede que mi personalidad indecisa por naturaleza la hubiese encontrado siempre reveladora.
Lo cierto es que este nuevo y ya aclamado estreno de Alauda Ruiz de Azúa tiene tantas lecturas que no sabría por dónde empezar. Fui sin ninguna expectativa y, más allá del debate evidente que plantea el largometraje —y que por sí solo ya despertaba en mí mucha curiosidad—, fue toda una sorpresa. La situación parece corriente: antes de la selectividad, una joven debe decidir qué hacer con su vida. A partir de esta premisa se explora qué querrá hacer Ainara el resto de los domingos de su vida y lo que ello implica.
Todo camino conlleva una decisión y toda decisión una consecuencia, pero, a veces, nos vemos forzados a elegir cuando aún no nos sentimos preparados. La película no se centra tanto en la religiosidad ni en la controversia que podría suscitar, sino en el proceso de tomar decisiones. Habla de esos momentos en los que sientes que has perdido la fe en ti mismo y en los que cualquier elección parece un salto al vacío. Ser adolescente ya es de por sí una experiencia bastante complicada —negarlo sería absurdo—, pero tener que decidir algo que cambiará tu vida resulta abrumador.
Y, por supuesto, toda elección vital trae consigo opiniones, y la cinta tampoco deja de lado ese aspecto. De hecho, me atrevería a decir que, a primera vista, es lo más provocador e interesante que nos regala. Porque del mismo modo que elegir asusta, quienes nos rodean pueden no estar preparados para nuestras decisiones.

El entorno de Ainara refleja un retrato fiel de lo que podría ser cualquier familia española. Sin moralismos ni lecciones forzadas, la película muestra cómo personas que comparten sangre pueden pensar de manera completamente distinta. Y si algo consigue Los domingos es transmitir esa experiencia universal en la que tu propia familia llega a parecerte de otro planeta, como si fueran auténticos desconocidos a los que no comprendes en absoluto. Esta sensación se transmite gracias a su increíble construcción de personajes, un recurso que la directora ya mostró en Cinco lobitos. En sus personalidades y contradicciones se atisba un guion lleno de sensibilidad, que refleja la complejidad de lo humano.
También contribuyen las magníficas interpretaciones, entre las que destaca Patricia López Arnaiz. Su impecable actuación podría llevarla a conquistar el Goya a mejor actriz de reparto, aunque la competencia con Nagore Aramburu —que brilla tanto en esta película como la hermana Isabel, y en Maspalomas, también impecable— será muy reñida.
Pero Los domingos no solo habla de todo esto, sino también de cómo influye el no tener a alguien que te dé su opinión. ¿Qué significa que nadie se entrometa? Y, yendo un poco más allá, ¿cómo te afecta que alguien no se implique en tus decisiones? Los actos de amor, incluso los más sencillos —como que simplemente te importe otra persona—, marcan a Ainara y a la película. Así, la historia se convierte en una proyección agridulce de cómo amamos y de cómo ese amor también repercute en los demás.

Como señaló la propia Ruiz de Azúa en su discurso de agradecimiento por el premio, esta es una película que abre debate y que trae de vuelta un cine despierto y provocador. Además, más allá de mi opinión personal sobre el camino de Ainara, la película ofrece una radiografía muy objetiva y respetuosa tanto de la situación como de las posturas que generan entre quienes la rodean.
Seguramente podría mencionar muchos más detalles y lecturas posibles. Pero, desde luego, a mí me ha conmovido. Y al final, ¿qué es el cine sino eso? Los domingos despierta conversaciones y, con ello, logra conectarnos, aunque sea simplemente para comentarla y devolver el debate a nuestros entornos. Y aunque solo fuera por su magnífica banda sonora y por algunos momentos cinematográficos especialmente logrados, merece la pena verla en pantalla grande y acompañar a Ainara en su decisión.















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